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Colapso eléctrico del 28 de abril: causas, impacto y cronología del apagón en la Península Ibérica - Foto Pixabay. |
El pasado lunes 28 de abril de 2025, España y Portugal sufrieron un apagón masivo que dejó sin suministro eléctrico a millones de personas durante horas. Según datos oficiales, el fallo se debió a una pérdida súbita del 60 % de la generación eléctrica en solo cinco segundos, lo que provocó un colapso del sistema peninsular y su desconexión de la red europea a través de Francia. Este incidente ha puesto en evidencia la fragilidad de la infraestructura eléctrica ibérica y ha generado interrogantes sobre su resiliencia ante eventos extremos.
Las investigaciones en curso señalan múltiples posibles causas del colapso eléctrico:
Las autoridades han mantenido todas las hipótesis abiertas, mientras Red Eléctrica de España continúa analizando la secuencia precisa del evento.
El sistema eléctrico peninsular colapsó a las 12:32 h del 28 de abril. A partir de ese momento, se activaron protocolos de emergencia para la recuperación progresiva:
La priorización se centró en el norte y sur peninsular. No se ha confirmado el momento exacto en que se completó la recuperación.
La falta de electricidad afectó gravemente a las telecomunicaciones:
Algunas infraestructuras críticas como hospitales y aeropuertos mantuvieron operatividad gracias a generadores, pero la mayoría del territorio experimentó cortes intermitentes hasta bien entrada la madrugada.
El apagón tuvo un impacto económico inmediato y generalizado:
A las 23:00 h del mismo día, solo se había restablecido el 51 % de la demanda (12.847 MW), dejando amplias zonas sin plena capacidad productiva.
Los territorios no peninsulares evitaron el corte eléctrico debido a su aislamiento técnico y geográfico del sistema peninsular, según los datos disponibles. Esto se explica por las siguientes razones:
De forma paradójica, lo que normalmente supone una limitación —la fragmentación y menor estabilidad de las redes insulares— se convirtió en una ventaja durante esta crisis, al evitar su exposición al fallo masivo de la red peninsular.
El apagón del 28 de abril de 2025 no solo fue un incidente técnico de grandes proporciones, sino también una llamada de atención sobre la vulnerabilidad del sistema eléctrico español. Las preguntas son inevitables: ¿puede permitirse el país otro evento de esta magnitud? ¿Son adecuados y actualizados los protocolos de actuación? ¿Quién debe responder por la falta de prevención o por posibles negligencias en la supervisión del sistema?
Más allá del origen concreto —que aún se investiga—, lo ocurrido evidencia una necesidad urgente de reforzar las infraestructuras críticas, revisar los mecanismos de respuesta y depurar responsabilidades. En un contexto de creciente digitalización y dependencia eléctrica, la resiliencia del sistema no es una opción, sino una obligación.
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