Los riesgos de ceder tu rostro a la inteligencia artificial: qué es el hash facial y por qué importa

Los riesgos de ceder tu rostro a la inteligencia artificial: qué es el hash facial y por qué importa
Los riesgos de ceder tu rostro a la inteligencia artificial: qué es el hash facial y por qué importa

En la actualidad, las aplicaciones basadas en inteligencia artificial (IA) que prometen transformar una simple fotografía en una ilustración de estilo artístico, como el popular estilo Ghibli, están ganando popularidad. Sin embargo, detrás de estas experiencias aparentemente inofensivas se esconde un riesgo real que afecta directamente a la privacidad personal.

Cuando un usuario entrega una imagen de su rostro a una plataforma de IA, está proporcionando algo más que una simple fotografía. Está cediendo lo que se conoce como un identificador único o "hash" facial. Este hash es una representación digital que actúa de manera similar a una huella dactilar. Es decir, puede identificar de forma única a una persona en cualquier parte del mundo, dependiendo del algoritmo empleado para escanear la imagen.

Este tipo de información es considerada un dato biométrico. Su cesión voluntaria a grandes plataformas puede tener consecuencias graves. Existen antecedentes, como el caso de quienes vendieron su iris a través de iniciativas como Worldcoin, que demuestran cómo estos identificadores pueden ser comercializados o utilizados con fines que van más allá del entretenimiento digital.

El problema principal radica en la falta de conciencia sobre lo que implica compartir estos datos. La cara, el iris o la huella dactilar no son simplemente rasgos físicos visibles, sino elementos que, procesados por algoritmos, pueden convertirse en claves de identificación inequívocas. Una vez que estos datos están en manos de terceros, es difícil controlar su uso futuro.

Por este motivo, se recomienda evitar entregar fotografías personales o cualquier dato biométrico a plataformas que utilicen inteligencia artificial, especialmente aquellas cuyo funcionamiento o política de datos no esté claramente detallada. La protección de la identidad digital debe ser una prioridad, ya que el uso indebido de estos datos puede tener repercusiones difíciles de revertir.

Este tipo de prácticas también alimenta la percepción de que los dispositivos electrónicos “nos escuchan” o que las grandes corporaciones “saben demasiado” sobre sus usuarios. Pero muchas veces, son los propios usuarios quienes, sin darse cuenta, están proporcionando esta información de forma voluntaria.

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