El impacto oculto del pago con tarjeta en la economía real

El impacto oculto del pago con tarjeta en la economía real
¿Dónde va el dinero? El impacto económico oculto de pagar con tarjeta en lugar de efectivo

El uso de tarjetas de crédito y débito como método de pago habitual en comercios ha supuesto una transformación significativa en la forma en que circula el dinero dentro de la economía. Sin embargo, más allá de la comodidad y rapidez que ofrece este sistema, existen implicaciones económicas poco visibles para el consumidor medio.

Cada vez que una persona realiza una compra utilizando una tarjeta en lugar de efectivo, se genera un coste para el comercio. Aunque muchas personas no lo perciban, este coste no es menor. En términos generales, la comisión mínima que una entidad financiera cobra a un comercio por cada operación con tarjeta ronda los 30 céntimos por cada 100 euros. Esta comisión, que puede variar y, en muchos casos, superar ese mínimo, representa una pérdida directa en el flujo de dinero real.

Si se toma como ejemplo una transacción inicial de 100 euros pagados con tarjeta, a medida que ese dinero circula a través de distintas compras —de comercio en comercio—, cada operación va generando una nueva comisión. En tan solo 30 transacciones, se habrán descontado aproximadamente 10 euros en comisiones. Es decir, en ese circuito de gasto, ya no circulan 100 euros íntegros, sino únicamente 90. Los 10 restantes han sido absorbidos por las entidades bancarias y empresas emisoras de tarjetas como Visa o Mastercard.

Este proceso tiene implicaciones profundas: progresivamente, una parte significativa del dinero que entra en movimiento en la economía acaba retenido en el sistema bancario. Con ello, las entidades financieras disponen de fondos adicionales que pueden destinar a sus propios intereses o inversiones, reduciendo al mismo tiempo la liquidez efectiva en manos de particulares y pequeños comercios.

Entender este fenómeno resulta clave en un contexto en el que la digitalización de los pagos se acelera y el uso de efectivo disminuye. La población, al adoptar masivamente medios de pago electrónicos, podría estar contribuyendo sin saberlo a una redistribución silenciosa del dinero hacia los grandes actores del sistema financiero.

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