Foodies, ansiedad y antojos: el lado oculto de la pornografía gastronómica

El impacto psicológico de los vídeos de comida en redes sociales

La creciente tendencia de compartir contenido culinario visualmente atractivo, conocida como pornografía gastronómica o food porn, se ha consolidado como uno de los fenómenos más influyentes en las redes sociales. Desde la pandemia, el auge de los llamados influencers foodies ha disparado el interés por el contenido gastronómico, atrayendo a miles de seguidores que consumen diariamente imágenes y vídeos que muestran comida de forma irresistible.

Este tipo de contenidos no solo despierta el apetito, sino que, según expertos en psicología y neurociencia, puede estar afectando de forma significativa nuestra relación con la comida. La estimulación visual que provocan estos vídeos activa zonas del cerebro vinculadas al deseo y al placer, generando respuestas fisiológicas como la salivación, el aumento de la frecuencia cardíaca y una mayor propensión a experimentar antojos.

La exposición constante a estas imágenes puede fomentar tres efectos negativos principales: el consumo excesivo de alimentos poco saludables, el aumento de la ansiedad y una obsesión por la comida, y la creación de expectativas irreales. Este último punto es especialmente relevante, ya que muchas personas empiezan a considerar sus comidas cotidianas como poco atractivas al compararlas con las que ven en las redes.

Aunque los influencers no tienen una intención dañina —ya que su objetivo es captar la atención y entretener—, el impacto psicológico en ciertos usuarios puede ser significativo. Si una persona nota que este tipo de contenido le genera ansiedad o una relación desequilibrada con la comida, los expertos recomiendan reconsiderar su consumo de estas publicaciones.

La reflexión final no apunta a culpar a los creadores de contenido gastronómico, sino a promover una mirada crítica sobre el efecto que ciertos estímulos digitales pueden tener sobre nuestros hábitos alimentarios y nuestra salud mental.