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Toyoake propone limitar el uso del móvil a dos horas diarias como medida voluntaria |
En Japón, el debate sobre el uso excesivo del teléfono móvil ha dado un nuevo giro. El alcalde de Toyoake, una ciudad de 70.000 habitantes en la prefectura de Aichi, ha propuesto una medida insólita que ha encendido el debate nacional: limitar voluntariamente el uso del móvil a tan solo dos horas diarias durante el tiempo libre, junto con un toque de queda digital nocturno para niños y adultos. Si la iniciativa es aprobada en el pleno municipal el 22 de septiembre, entrará en vigor el 1 de octubre de 2025.
Lo primero que hay que aclarar es que esta ordenanza no tiene carácter obligatorio ni contempla sanciones. Es una propuesta no vinculante impulsada por el alcalde Masafumi Koki con el objetivo de generar conciencia sobre el uso excesivo de dispositivos. La intención, según ha declarado, no es prohibir la tecnología, sino fomentar el diálogo en el seno familiar y promover un estilo de vida más saludable.
La norma establece una serie de recomendaciones:
La propuesta nace como respuesta a una preocupación creciente: los efectos negativos del abuso de las pantallas sobre la salud física y mental, especialmente en menores. Las autoridades locales señalan el aumento de casos de trastornos del sueño, adicción digital, aislamiento social y abandono escolar como señales de alarma.
Los datos respaldan esta preocupación. En Japón, los jóvenes pasan una media de cinco horas diarias conectados y alrededor del 65 % de los niños de 10 años ya tiene un smartphone. Estas cifras superan ampliamente las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que sugiere un máximo de dos horas diarias frente a pantallas para menores de 17 años.
La respuesta de la ciudadanía no se ha hecho esperar. Hasta el momento, el ayuntamiento ha recibido más de 120 comentarios públicos, de los cuales el 80 % son negativos. Muchos residentes consideran que la medida es intrusiva, poco realista y que vulnera la libertad individual, aunque se trate solo de una recomendación.
La controversia también ha llegado a los medios y redes sociales, donde la iniciativa ha sido calificada de paternalista por parte de algunos sectores, mientras que otros la aplauden como un paso necesario hacia una cultura digital más saludable.
La propuesta de Toyoake no surge en el vacío. En 2020, la prefectura de Kagawa ya impulsó una normativa similar para limitar el tiempo que los menores podían dedicar a videojuegos, aunque también carecía de fuerza legal. Japón mantiene una relación compleja con la tecnología: es pionero en innovación digital, pero también sufre altos niveles de estrés escolar, aislamiento social y hikikomori, un fenómeno de reclusión juvenil asociado, en parte, al entorno digital.
En España, una medida de este tipo probablemente sería más difícil de implementar, incluso como simple recomendación. Según datos del INE, el 98 % de los adolescentes entre 10 y 15 años tiene acceso a un móvil, y la mayoría lo utiliza durante más de cuatro horas diarias. Aunque existen campañas educativas y controles parentales, el impacto del uso excesivo del móvil sigue creciendo.
A diferencia de Japón, donde el respeto por las normas comunitarias es mayor, en España la ciudadanía tiende a valorar más la autonomía personal y la libertad individual, lo que hace menos probable que iniciativas como la de Toyoake ganen apoyo popular.
Lo que propone Toyoake no es una revolución digital, sino una invitación a reflexionar sobre nuestros hábitos. En un mundo donde la tecnología está presente en casi todos los aspectos de la vida, aprender a gestionar el tiempo frente a las pantallas se ha vuelto tan crucial como saber usar los dispositivos.
Lejos de demonizar el móvil, la iniciativa busca recuperar espacios de interacción humana que se han visto desplazados por la hiperconectividad. La propuesta puede parecer extrema, pero pone sobre la mesa una conversación urgente: ¿estamos dejando que la tecnología nos aleje de nuestra propia vida cotidiana?
El próximo 22 de septiembre, la ciudad de Toyoake decidirá si aprueba oficialmente esta peculiar ordenanza. De hacerlo, podría convertirse en un referente mundial en cuanto a regulación del bienestar digital. Aunque su alcance sea limitado, la propuesta ya ha conseguido algo fundamental: obligarnos a cuestionar el papel del móvil en nuestra vida y el precio que pagamos por estar siempre conectados.
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